El proceso de formación de un árbol en espaldera supone controlar su crecimiento y dirigirlo para que se expanda en dos dimensiones. Para ello se utiliza como soporte un muro, una estructura de alambres, un enrejado o una valla.
Guiar los frutales en espaldera brinda la posibilidad de crear verdaderos abanico y pantallas de flores y frutos en el jardín. La multitud de diseños básicos que existen ofrecen una enorme variedad de posibilidades ornamentales, desde las más sencillas y parecidas al porte natural del árbol hasta las más caprichosas y creativas.
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Pueden ser cultivadas en espaldera la mayoría de las especies y variedades de frutales, aunque los que mejor se prestan a este tipo de formas artificiales son los manzanos y perales. Los frutales de hueso, como ciruelos, cerezos, melocotoneros, albaricoqueros, tienen el inconveniente de que son sumamente sensibles a las podas intensas, pierden mucha savia y enseguida pueden presentar problemas de gomosis.
Conviene elegir ejemplares injertados sobre patrones emanizantes, es decir, no sobre patrones que resten vigor a la planta: interesa poder mantener el frutal en un tamaño manejable. Un crecimiento demasiado vigoroso obligaría a podas drásticas. Las especies de mayor desarrollo deberían reservarse para espalderas de mayor tamaño y formas libres.
También se pueden cultivar en espaldera granados, naranjos, higueras, olivos e incluso plantas puramente ornamentales como Cotoneaster, Pyracantha, Photinia... Las posibilidades son innumerables.
[Revista verdeesvida]
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